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Por eso, en el aspecto humano, inculcamos primero en las chicas y en los chicos de San Rafael un gran sentido de responsabilidad, haciéndoles ver la obligación grave que tienen de estudiar o de trabajar, y de santificarse en el cumplimiento de este fundamental deber. Así fomentamos en los corazones jóvenes las virtudes humanas, que son base necesaria para cultivar las virtudes sobrenaturales.

Y aprenden a vivir una característica muy peculiar del espíritu de la Obra: comprender a todos, disculpar, convivir. Este espíritu de verdadera caridad cristiana les ayuda a tener –entre sí y con todos los demás– detalles prácticos de fraternidad: y prende en ellos el deseo eficaz de hacer apostolado con sus amigos y compañeros.

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