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Para nuestras obras apostólicas corporativas, hemos de buscar también subvenciones de entidades oficiales y privadas. A través de estos apostolados, que están siempre dentro del ámbito de las leyes civiles, prestamos un gran servicio a la sociedad. Por eso, tenemos estricto derecho –como todos los ciudadanos que se dedican a labores docentes, benéficas, etc.– a recibir parte de los fondos que el Estado dedica a esos fines.

Pero, al procurar conseguir esas subvenciones, nos hemos de asegurar de que no queda mermada nuestra autonomía en la dirección de la obra corporativa de que se trate. Sin esta libertad elemental, no podríamos trabajar. Nuestros amigos y nuestros colaboradores serán siempre buena ayuda, para lograr esas justas y legítimas subvenciones.

La eficacia humana y el prestigio del trabajo que desarrollaréis en esos apostolados corporativos, moverá también a muchas personas nobles a ayudaros, aunque estén alejadas de nuestra fe católica. Con vuestro trato, lleno de caridad sincera, empezarán a querer a la Obra y haréis con ellos una tarea eficaz de apostolado ad fidem.

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