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Os he repetido siempre, hijos míos, que nuestra labor es servir: y que, para servir, servir. Necesitamos, por tanto, una vida limpia, una doctrina clara y la práctica constante y amorosa de nuestras Normas de hijos de Dios en su Obra.

Y así –solo así– todo este trabajo, que ponemos en favor de la juventud, estará informado por un alto espíritu de servicio: servicio directo a los que integran la obra de San Rafael; servicio a la Iglesia, disponiendo a los chicos para ser hijos fieles suyos; servicio a la sociedad civil, preparando ciudadanos ejemplares, cristianos consecuentes en su vida profesional y social.

Conozco el afán apostólico y la dedicación que os mueve a tratar y a formar a los chicos de San Rafael, y se lo agradezco al Señor. Es esta una labor que nunca se agota, que requiere especialmente celo por las almas y amor de Dios, paciencia, y una bondad sin límites, según aquello de San Pablo: caritas patiens est, benigna est4, la caridad es paciente y está llena de bondad.

Notas

Sobre el significado de las “Normas”, ver glosario (N. del E.).

4

1 Co 13,4.

Referencias a la Sagrada Escritura
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