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Eficacia de la obra de San Rafael

Por lo que os vengo diciendo, veis que esta labor de San Rafael es muy necesaria y muy digna de cualquier sacrificio. Por eso, hemos de acercarnos con mucha naturalidad a todos los jóvenes, a través de otros compañeros que ya están bien dispuestos por la obra, para ayudarles a que nos comprendan, porque hay tantos –desgraciadamente– que van difundiendo en el mundo, entre la juventud, lo que pudiéramos llamar la enfermedad de la hostilidad humana. No es verdad que el hombre esté movido solamente por motivos económicos; y esto es lo que meten en el corazón de la juventud, junto con propagandas que corrompen las costumbres de su vida.

Hemos de enseñar, en la obra de San Rafael, que hay que hacer una gran batalla contra la miseria, contra la ignorancia, contra la enfermedad, contra el sufrimiento. Una batalla que se haga a la luz del día, porque no necesitamos jamás nosotros de las sombras de la noche.

Entonces será la hora de decir, al oído de cada uno, que es cierto que se puede hacer una operación quirúrgica con un cuchillo sucio y enmohecido, pero que será muy difícil que esa operación tenga buen resultado; por tanto, que ellos –que son el instrumento de Dios, como nosotros– han de procurar estar limpios, brillantes, puros; y han de empeñarse en tener la ciencia del cirujano, del cirujano de las almas: la doctrina de Jesucristo y la práctica de la piedad, que los mantendrá libres de ciertas miserias.

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