1

La labor apostólica, que por años venimos realizando –de mil modos distintos– con la juventud, ha abierto un surco fecundo, dando frutos abundantes en servicio de la Iglesia y en bien de las almas. Porque, como os he recordado con frecuencia, hijas e hijos queridísimos, nuestra obra de San Rafael es un remanso de trabajo generoso y de paz, aun en medio de todos los apasionamientos nacionales e internacionales.

Pero el Señor nos urge, es mucho lo que hay por hacer. La tarea –que hemos de llevar a cabo con la labor de San Rafael– es muy amplia, ya que es inmenso el campo de este apostolado con la gente joven, que admite formas de trabajo que nunca se agotarán, puesto que es también mucho el empeño que ponen algunos en corromper a los que comienzan a dar, por su cuenta, los primeros pasos de la vida.

Este punto en otro idioma