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El proselitismo es la mejor manifestación de caridad con las almas. Siempre os he dicho que cada uno –después de encomendar las cosas al Señor– debe procurar por lo menos dos vocaciones al año, siguiendo aquel mandato divino: compelle intrare7, que es una invitación, una ayuda a decidirse, nunca –ni de lejos– una coacción.

Porque es característica capital de nuestro espíritu el respeto a la libertad personal de todos, el compelle intrare, que habéis de vivir en el proselitismo, no es como un empujón material, sino la abundancia de luz, de doctrina; el estímulo espiritual de vuestra oración y de vuestro trabajo, que es testimonio auténtico de la doctrina; el cúmulo de sacrificios, que sabéis ofrecer; la sonrisa, que os viene a la boca, porque sois hijos de Dios: filiación, que os llena de una serena felicidad –aunque en vuestra vida, a veces, no falten contradicciones–, que los demás ven y envidian. Añadid, a todo esto, vuestro garbo y vuestra simpatía humana, y tendremos el contenido del compelle intrare.

No os extrañe, aunque en nuestro caso no se trate de ser religiosos ni de vivir en común, que así hable San Agustín: veni ad istam civitatem propter videndum amicum, quem putabam me lucrari posse Deo, ut nobiscum esset in monasterio8; he venido a esta ciudad para ver a un amigo, que pensaba que podía ganármelo para Dios, con el fin de que fuera fraile en nuestro monasterio.

Notas
7

Lc 14,23. «Obliga a entrar» (T. del E.).

8

S. Agustín de Hipona, Sermo 355, 1, 2 (OCSA 26, p. 246).

Referencias a la Sagrada Escritura
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