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El obstáculo de los problemas personales

Estemos siempre serenos. Si somos piadosos y sinceros, no habrá penas duraderas y desaparecerán del todo esas otras que a veces nos inventamos, porque no lo son objetivamente. Viviremos con alegría, con paz, en los brazos de la Madre de Dios, como hijos pequeños suyos, que eso somos. De cuando en cuando, cada uno tiene en su mundo interior un conflicto menudo, que la soberbia se encarga de hacer grande, para darle importancia, para arrancarnos la paz. No hagáis caso de esas pequeñeces. Decid: soy un pecador, que ama a Jesucristo.

Casi todos los que tienen problemas personales, los tienen por el egoísmo de pensar en sí mismos. Es necesario darse a los demás, servir a los demás por amor de Dios: ése es el camino para que desaparezcan nuestras penas. La mayor parte de las contradicciones tiene su origen en que nos olvidamos del servicio que debemos a los demás hombres y nos ocupamos demasiado de nuestro yo. Entregarse al servicio de las almas, olvidándose de sí mismo, es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría.

Y nada de mentalidad de víctima. Hay una sola Víctima: Cristo Señor Nuestro en la Cruz. Calma y espíritu de servicio necesitamos. Todas las cosas se hacen por causa de vosotros, a fin de que la gracia esparcida con abundancia sirva para aumentar la gloria de Dios, por medio de las acciones de gracias que le tributarán muchos. Por lo que no desmayamos; al contrario, aunque en nosotros se vaya desmoronando el hombre exterior, el interior se va renovando de día en día. Porque las aflicciones, tan breves y tan ligeras de la vida presente, nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria, y así no ponemos nosotros la mira en las cosas visibles, sino en las invisibles; porque las que se ven son transitorias, y las que no se ven son eternas36.

Notas
36

2 Co 4,15-18.

Referencias a la Sagrada Escritura
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