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Dios ensalza en lo mismo que humilla. Si el alma se deja llevar, si obedece, si acepta la purificación con entereza, si vive de la fe, verá con una luz insospechada, ante la que después pensará asombrado que antes ha sido ciego de nacimiento. Y volviendo Jesús a hablar al pueblo, dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina a obscuras, sino que tendrá la luz de la vida41.

En último término, nuestros conflictos son también un problema de humildad. Mira al publicano cómo ora en el templo: se quedó lejos, y por eso Dios se le acercó más fácilmente. No atreviéndose a levantar los ojos al cielo, tenía ya consigo al que hizo los cielos… Que no esté lejos, o que lo esté, depende de ti. Ama, y se acercará; ama, y morará en ti42.

Notas
41

Jn 8,12.

42

S. Agustín de Hipona, Sermo 21, 2 (CChr.SL 41, p. 278).

Referencias a la Sagrada Escritura
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