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El obstáculo de las tentaciones

Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase47. No olvides que el Señor es nuestro modelo; y que por eso, siendo Dios, permitió que le tentaran, para que nos llenásemos de ánimo, para que estemos seguros −con Él− de la victoria. Si sientes la trepidación de tu alma, en esos momentos, habla con tu Dios y dile: ten misericordia de mí, Señor, porque tiemblan todos mis huesos, y mi alma está toda turbada48. Será Él quien te dirá: no tengas miedo, porque yo te he redimido, y te he llamado por tu nombre: tú eres mío49.

No te turbe conocerte como eres: así, de barro. No te preocupe. Porque tú y yo somos hijos de Dios −y éste es endiosamiento bueno−, escogidos por llamada divina desde toda la eternidad: nos escogió el Padre, por Jesucristo, antes de la creación del mundo, para que seamos santos en su presencia50. Nosotros, que somos especialmente de Dios, instrumentos suyos a pesar de nuestra pobre miseria personal, seremos eficaces si no perdemos la humildad, si no perdemos el conocimiento de nuestra flaqueza. Las tentaciones nos dan la dimensión de nuestra propia debilidad.

Materias
Notas
47

Tb 12,13.

48

Sal 6,3-4.

49

Is 43,1.

50

Ef 1,4.

Referencias a la Sagrada Escritura
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