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Sinceridad en la dirección espiritual

A la Obra hemos venido a ser santos. No nos vamos a sorprender, al comprobar que estamos lejos aún de serlo. Por eso admitiremos con sencillez nuestras debilidades, sin tratar de revestirlas de rectitud; evitando la soberbia, que ciega tremendamente, y lo hace ver todo al revés de como es. Hijos míos, sed sinceros con vosotros mismos, sed objetivos. Lograremos, de este modo, la eficacia de nuestra dedicación. Es difícil: se necesita ser humilde, abrir bien el corazón, de par en par, en la dirección espiritual, para airear todos los rincones del alma.

Nuestra ascética tiene la sencillez del Evangelio. No debemos complicar nuestras almas, dejando el corazón obscuro; no podemos entorpecer la acción del Espíritu Santo, provocando en nuestra vida una solución de continuidad, que nos arranque −aunque sea por poco tiempo− la simplicidad del corazón y la sinceridad delante de Dios81.

Si nos preocupa algo, lo contamos, estando prevenidos contra el demonio mudo. Contadlo todo, lo pequeño y lo grande, y así venceréis siempre. No se vence cuando no se habla. Se explica, porque el que se calla tiene un secreto con Satanás, y es mala cosa tener a Satanás como amigo.

Notas
81

Cfr. 2 Co 1,12.

Referencias a la Sagrada Escritura
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