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Siempre es posible llegar a ser santos

Hijos míos, adelante con alegría, con esfuerzo: ninguna cosa nos parará en el mundo, mientras sirvamos al Señor, porque todo es bueno para los que aman a Dios: diligentibus Deum, omnia cooperantur in bonum121. En la vida todo se puede arreglar menos la muerte, y para nosotros la muerte es vida. Nada tiene importancia si hay sinceridad, sentido sobrenatural y buen humor: nada está perdido nunca. Barrabás era un homicida y un revoltoso, y la Muerte de Cristo −vida por Vida− le salva a él de morir. Dimas era un ladrón, un delincuente: y una palabra humilde de arrepentimiento, una oración sencilla y confiada, y Jesús −vida por Vida− le salva a él de morir eternamente. ¡Rectifica, que nunca es tarde para rectificar; pero rectifica inmediatamente, hijo mío!

Muy distintas personas vienen y vendrán al Opus Dei: toda clase de personas. Algunas, llamadas también cerca de la hora undécima122, como aquellos operarios de la viña. Me dará una gran alegría ver llegar a la Obra, llamado por Dios, a un hombre al final de su vida: quizá un alma que ha pasado años y años lejos de Jesucristo. Siempre hay sitio, para un operario de última hora; y −si es fiel− recibirá el premio de la gloria, quizá con sólo unos minutos de amor, atado voluntariamente a la cruz de pies y manos: que no está la santidad en el mucho hacer, sino en el amar mucho. Un gran Amor nos espera en el Cielo: sin traiciones, sin engaños: todo el amor, toda la belleza, toda la grandeza, toda la ciencia… Y sin empalago: nos saciará sin saciar.

Ha habido siempre herejes −ya los había en vida de los Apóstoles− que han tratado de quitarnos esa esperanza. Si se predica a Cristo como resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de vosotros andan diciendo que no hay resurrección de muertos? Pues si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, y vana es también nuestra fe… Si nosotros sólo tenemos esperanza en Cristo mientras dura nuestra vida, somos los más desdichados de todos los hombres123.

Conllevemos todas las dificultades de esta navegación nuestra, en medio de los mares del mundo, con la esperanza del cielo: para nosotros y para todas las almas que quieran amar, la aspiración es llegar hasta Dios: la gloria del Cielo. Si no, nada de nada vale la pena. Para ir al Cielo, hemos de ser fieles. Y para ser fieles, hay que luchar, ir adelante en nuestro camino, aun cuando caigamos de bruces alguna vez: con Él nos levantaremos.

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