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Tribue sermonem compositum in ore meo100, pon en mi boca palabras apropiadas en la presencia de quien te contradice. De la disputa violenta –de la discusión– no sale la luz: la pasión lo impide. Por eso hay que saber escuchar al interlocutor y hablar serenamente, aunque esto suponga a veces un esfuerzo interior de dominio, de mortificación meritoria, porque en ese acto hay ya una razón sobrenatural que lo avalora.
No os quepa duda de que a veces se cree tener toda la razón, y solo se tiene una razón parcial, relativa; un objeto que para unos es cóncavo, para otros es convexo: depende solo del punto de vista. Es justo, por tanto, estudiar con calma, fríamente, las razones de los demás y ponerse a considerar la posición mental del que nos contradice.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/cartas-2/100/ (01/05/2024)