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Escuchad lo que el Señor hace decir a San Pablo: por lo cual, teniendo nosotros este ministerio, en virtud de la misericordia que hemos alcanzado de Dios, no decaemos de ánimo, antes bien, desechamos lejos de nosotros las ocultas infamias, no procediendo con artificio, ni alterando la palabra de Dios, sino alegando únicamente en favor nuestro para todos aquellos que juzguen de nosotros según su conciencia, la sinceridad con que predicamos la verdad delante de Dios.

Que si todavía nuestro Evangelio está encubierto, es para los que se pierden para los que está encubierto; para esos incrédulos cuyos entendimientos ha cegado el dios de este siglo, para que no les alumbre la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es imagen de Dios.

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo Señor Nuestro, haciéndonos siervos vuestros por amor de Jesús; porque Dios, que dijo que la luz saliese de en medio de las tinieblas, él mismo ha hecho brillar su claridad en nuestros corazones, a fin de que nosotros podamos iluminar a los demás, por medio del conocimiento de la gloria de Dios, según que ella resplandece en Jesucristo109.

Notas
109

2 Co 4,1-6.

Referencias a la Sagrada Escritura
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