58

Bendecid al Dios del cielo y confesadle, celebrad su magnificencia y aclamadlo en presencia de todos los vivientes, por cuanto hizo a favor nuestro: el secreto del rey, bueno es callarlo; pero es cosa gloriosa dar a conocer las obras de Dios91. Nosotros, hijas e hijos míos, no tenemos nada que encubrir u ocultar; la espontaneidad de nuestra conducta y de nuestro comportamiento no puede ser confundida por nadie con el secreto.

Nunca he tenido secretos, ni los tengo ni los tendré. Tampoco los tiene la Obra: no estaría bien que los tuviese, y yo, que soy el Fundador, no lo supiera. El secreto es innecesario para el Opus Dei: no lo ha necesitado nunca, ni lo necesita ahora, ni lo necesitará jamás. El tesoro que Dios ha depositado en nosotros, la luz que hemos de comunicar es un secreto a voces: porque tenemos la obligación, la misión divina, de proclamarlo a los cuatro vientos.

Notas
91

Tb 12,6-7.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma