28

Tres características más tiene la Obra: con la alegría, el amor al trabajo y el amor a la pobreza. A Dios le daremos lo mejor, al culto divino –que ejercitamos, de ordinario, en pequeños oratorios– consagraremos con esfuerzo una atención, que haga imposible que le dediquemos el sacrificio de Caín: cuando un hombre a la mujer amada le regale, como muestra de afecto, un saco de cemento y tres barras de hierro –os tengo dicho–, haremos nosotros lo mismo con el Señor Nuestro, que está en los cielos y en nuestros Tabernáculos.

Nuestra pobreza, hijos míos, no ha de ser clamorosa pobretería; nuestra pobreza va oculta por una sonrisa, por la limpieza del cuerpo y la limpieza del vestido y, sobre todo, por la limpieza del alma. No esperemos –por tanto– una alabanza en la tierra, pero no olvidemos aquellas palabras de San Mateo: Pater tuus, qui videt in abscondito, reddet tibi67.

Por eso hemos de vivir siempre lo que es natural, en el hombre, con sentido sobrenatural. Por eso podremos hacer divinas las cosas de la tierra. Por eso, para nosotros no es un sacrificio el aceptar nuestra vocación: no es sacrificio, porque sabemos que es una prueba de elección y de amor: redemi te, et vocavi te nomine tuo, meus es tu68.

Notas
67

Mt 6,18. «Tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará» (T. del E.).

68

Is 43,1. «Te he redimido y te he llamado por tu nombre: tú eres mío» (T. del E.).

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma