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Os repito con San Juan: videte qualem caritatem dedit nobis Pater, ut filii Dei nominemur et simus14. Nos llamamos y somos hijos de Dios; hermanos, por eso, del Verbo hecho carne15, de Jesucristo, de Aquel de quien fue dicho: in ipso vita erat, et vita erat lux hominum16, en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Hijos de la luz, hermanos de la luz: eso somos. Portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse obscuridades, penumbras ni sombras17.

Et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt18; y esta luz resplandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas no la han recibido. El Señor sigue derramando esplendores sobre los hombres, una luminosidad que es vida y calor de misericordia, porque Él es caridad, amor19; y se sirve de nosotros como antorchas, para que esas luces iluminen las almas y sean para todos fuente de vida, después de haber alumbrado y llenado la nuestra del fuego de las ilustraciones divinas20.

Hijas e hijos míos, de nosotros depende en parte que muchas almas no permanezcan ya en tinieblas, sino que caminen por senderos que llevan hasta la vida eterna. Por eso, contemplando este panorama inmenso que nos ofrece la vocación, con la que el Señor ha querido graciosamente honrarnos, vienen a mi memoria aquellas palabras, también del Apóstol Juan, que hemos de repetir a tantos hombres: esto que vimos y oímos, es lo que anunciamos, para que tengáis también vosotros unión con nosotros, y nuestra unión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo… para que os gocéis, y vuestro gozo sea cumplido21.

Notas
14

1 Jn 3,1.

15

Cfr. Jn 1,14.

16

Jn 1,4.

17

Cfr. Jn 1,5.

18

Jn 1,5.

19

Cfr. 1 Jn 4,8.

20

Cfr. Lc 12,49.

21

1 Jn 1,3-4.

Referencias a la Sagrada Escritura
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