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Sinceros también y sencillos con quienes en la Obra tienen la misión de dirigiros y de formaros, para que os puedan conducir y ayudar con cariño, con firmeza, con comprensión y con eficacia. Sinceros con delicadeza, pero salvajemente sinceros.

Sin temor de ningún género para manifestar todo lo que pueda facilitar esa dirección, que os lleva a Dios, mejora vuestro espíritu y vuestra formación, sana prontamente cualquier herida y endereza a tiempo cualquier desviación, por grave que sea o que pueda parecer: no olvidéis nunca que lo único verdaderamente grave sería ocultar esa herida o esa desviación a quien es médico, guía y pastor.

Sinceridad, finalmente, en nuestra vida de familia. Porque la conducta espontánea y abierta es un medio eficacísimo para hacer amable y verdaderamente cordial vuestro trato mutuo, y para facilitar el que os podáis ayudar siempre: también, cuando sea necesario, con la corrección fraterna.

Notas

Sobre el significado de las expresiones “salvajemente sinceros” y “vida de familia”: ver glosario (N. del E.).

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