38

El hecho teológico y apostólico de la Obra es, pues, tan peculiar, y tan diverso del nacimiento de una vocación religiosa y de la condición de vida que esta vocación lleva consigo, que seguramente ninguna persona –que desee ser admitida en el Opus Dei– habría pensado antes entregarse a Dios en el estado religioso, ni marcharse al seminario. Con razón podemos, por eso, afirmar que no apartamos a nadie de ninguno de esos otros caminos.

La Obra no tiene, no debe tener, aunque los amamos para los demás, seminarios menores ni escuelas apostólicas, donde las madres, llenas de buenos deseos –de deseos santos–, llevan a sus hijos desde muy pequeños, para ver si, viviendo en un medio especialmente apto, puede prender en ellos la vocación sacerdotal o la vocación religiosa.

Los que piden la admisión en la Obra –como ya tienen edad más que suficiente–, lo hacen con un conocimiento claro de la entrega personal que supone la llamada al Opus Dei, y de la misión apostólica peculiar que han de realizar.

Solicitan ser admitidos, después de madurar las cosas despacio y libremente; toman la decisión en conciencia, con capacidad responsable y con conocimiento de su libertad para decidirse o no, después de comprender los deberes que adquieren al aceptar la específica llamada de Dios en su Obra.

Este punto en otro idioma