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Sin ese trato fiel con nuestro Padre Dios, al que estamos llamados por nuestra misma vocación, os puedo asegurar que es muy difícil perseverar en el Opus Dei. Por eso, todo lo que hagáis, hacedlo de buena gana, como quien sirve a Dios y no a los hombres, sabiendo que recibiréis del Señor la herencia del cielo por galardón; pues a Cristo Nuestro Señor es a quien servís53.

Con esta unidad de vida, con este afán de contemplación en medio del mundo –en medio de la calle: al aire, al sol, bajo la lluvia–, no solo os dominará el deseo de permanecer en la tarea temporal, de no alejaros de las realidades terrenas, sino que os arrastrará el afán apostólico de penetrar valientemente en todas esas realidades seculares, para desentrañar las exigencias divinas que contienen; para enseñar que la fraternidad de los hijos de Dios –la fraternidad humana tiene sentido sobrenatural– es la gran solución que se ofrece a los problemas del mundo; para sacar a los hombres de su caparazón de egoísmo; para asegurar, a la vez, la necesaria personalidad y la verdadera libertad, qua libertate Christus nos liberavit54, a los que están como disueltos en la masa; para, en una palabra, abrir a los hombres los caminos divinos de la tierra.

Notas
53

Col 3,23-24.

54

Ga 4,31.

Referencias a la Sagrada Escritura
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