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Tiene la Obra un fin exclusivamente sobrenatural; por eso, es parte de su espíritu la libertad personal de cada uno de sus miembros; y por eso también no excluimos de nuestro trabajo a nadie, a ningún alma que quiera venir a compartir nuestros afanes, aunque no tenga nuestra fe.

No hay, lo sabéis bien, ningún absolutismo posible dentro de nuestra familia espiritual; se van tomando todas las precauciones para evitar ese daño, haciendo que el gobierno sea colegial. Sin embargo, dentro del Opus Dei, en lo fundamental no habrá ninguna disgregación viable, no habrá opiniones; estamos consummati in unum66: tenemos un breve denominador común, que es la doctrina de la Iglesia y, dentro de ella, el espíritu característico de la Obra y la manera peculiar de ejercitar el apostolado en medio de la calle, buscando la santidad personal y la de todos los que nos rodean; y un numerador amplísimo, un mar sin orillas, conforme siempre a la geografía y al tiempo, en el que las diversas opiniones son y serán constantemente prueba de buen espíritu, manifestación patente de que –en el Opus Dei– no hay tiranos ni esclavos.

El Señor nos ha dado la luz suficiente para comprender algo, que está en la historia de los hombres: el que ha sido esclavizado, generalmente después se hace déspota. Sin embargo, en la Obra, hay un orden, tiene que haberlo; si no, nuestro Opus Dei no podría ser instrumento para servir a las almas, para servir a la Iglesia, para ser fiel al Magisterio del Romano Pontífice.

Pero este orden, vivido con una extremada docilidad voluntaria y con libertad, es –creo que me entenderéis– una organización desorganizada: por eso, repito de nuevo, en lo temporal y en lo teológico que no es de fe, sí que las opiniones son admitidas y respetadas, como una sana manifestación de buen espíritu.

Notas

Sobre el significado del “no habrá opiniones” ver glosario (N. del E.).

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Jn 17,23.

Referencias a la Sagrada Escritura
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