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Alegría en el sacrificio

No olvidéis que la unidad de vida, que pide el llamamiento a la Obra de Dios, exige mucho espíritu de sacrificio y una gran abnegación. Estamos en un camino divino, en el que hemos de seguir las huellas de Jesucristo, llevando nuestra propia cruz, ¡la Santa Cruz!: y espera Dios Nuestro Señor que nos esforcemos generosamente, que nos sintamos dichosísimos, cooperando con sacrificio a que la Obra se realice.

De este modo lograremos roturar muchos campos de Dios, que no han recibido todavía la semilla de la salvación; venceremos muchas resistencias de los que se oponen a Jesucristo y a su Iglesia –a veces también, por desgracia, la resistencia de algunos que se llaman sus amigos–, que obstaculizan la libertad de los hijos de Dios y la realización de su Reino de caridad, de justicia y de paz; y vitalizaremos también, con la labor libre y responsable de cada uno, nobles instituciones humanas y los ambientes cristianos que agonizan.

Sí, hijos míos, os aseguro que contribuiremos poderosamente a iluminar el trabajo y la vida de los hombres, con el resplandor divino que el Señor ha querido depositar en nuestras almas. Pero no olvidéis que quien dice que mora en Jesús, debe seguir el mismo camino que él siguió26: camino que conduce siempre a la victoria, pero pasando siempre también a través del sacrificio.

Notas
26

1 Jn 2,6.

Referencias a la Sagrada Escritura
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