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Unión con Cristo mediador

Si el Hijo de Dios se hizo hombre y murió en una cruz, fue para que todos los hombres seamos una sola cosa con Él y con el Padre47. Todos, por tanto, estamos llamados a formar parte de esta divina unidad. Con alma sacerdotal, haciendo de la Santa Misa el centro de nuestra vida interior, buscamos nosotros estar con Jesús, entre Dios y los hombres.

Nuestra unión con Cristo nos da conciencia de ser con Él corredentores del mundo, para contribuir a que todas las almas puedan participar de los frutos de su Pasión, y conocer y seguir el camino de salvación que lleva al Padre.

No dejaré de repetirlo: para estar unidos con Cristo en medio de las ocupaciones del mundo, hemos de abrazar la Cruz con generosidad y con garbo. Sal de nuestra vida es la mortificación, hijas e hijos míos, que ha de acompañar delicadamente, inteligentemente, nuestro trabajo diario con el fin de sostener nuestra vida sobrenatural, de la misma manera que el latir del corazón sostiene la vida del cuerpo.

Así demostraremos a los demás hombres, que viven y trabajan en medio de las realidades del mundo, el significado de la oración sacerdotal de Jesucristo: Pater sancte, serva eos in nomine tuo, quos dedisti mihi… Non rogo ut tollas eos de mundo, sed ut serves eos a malo. De mundo non sunt, sicut et ego non sum de mundo48; Padre santo, protege en tu nombre a estos que me has confiado… No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal; ellos no son del mundo, como tampoco soy yo del mundo.

Notas

Sobre el concepto de “alma sacerdotal”, ver glosario (N. del E.).

47

Cfr. Jn 17,22.

48

Jn 17,11.15-16.

Referencias a la Sagrada Escritura
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