18

Amor de Dios. Confianza en Dios

La filiación divina está clara. Ellos no lo entendían. Dad gracias, porque sabéis que sois verdaderos hijos de Dios, porque sabéis, como escribe San Juan, que Dios es justo; y sabéis igualmente que quien vive según justicia, ejercitando las virtudes, es hijo legítimo de Dios32.

Os seguiré amonestando con San Juan: mirad qué tierno amor hacia nosotros ha tenido el Padre, queriendo que nos llamemos hijos de Dios y lo seamos en efecto. Carísimos, nosotros somos ya ahora hijos de Dios33. Nos confirma San Pablo en esta creencia, cuando escribe: era cosa digna que aquel Dios, para quien y por quien son todas las cosas, habiendo de conducir a muchos hijos adoptivos a la gloria, consumase o inmolase por medio de la pasión y muerte al autor y modelo de la salvación de los mismos hijos, Jesucristo Señor Nuestro. Porque el que santifica y los que son santificados, todos traen de uno su origen, es decir, todos tienen la naturaleza humana. Por cuya causa, no se desdeña de llamarlos hermanos, diciendo: anunciaré tu nombre a mis hermanos: en medio de la Iglesia cantaré tus alabanzas. Y en otra parte: yo pondré en él toda mi confianza. Y añade: he aquí yo y mis hijos, que Dios me ha dado34.

Notas
32

1 Jn 2,29.

33

1 Jn 3,1-2.

34

Hb 2,10-13.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma