5

Hemos de amar toda clase de trabajo humano, porque el trabajo es el medio para la santificación de las almas y para la gloria de Dios. Si el trabajo, cualquier trabajo humano honesto, es el medio, nadie será capaz de poner orillas a este mar inmenso de apostolado, a este panorama humano y divino que se presenta ante nuestros ojos.

Cuando llegue el tiempo de cristalizar canónicamente −con las leyes de la Iglesia− este apostolado nuestro, diremos lo mismo: que es un mar sin orillas, pero señalaremos alguna labor concreta, porque es corriente señalarla.

Vosotros y yo sabemos y creemos que el mundo tiene como misión única dar gloria a Dios. Esta vida sólo tiene razón de ser en cuanto proyecta el reino eterno del Creador. Por eso escribe San Pablo: todo cuanto hiciereis, tanto de palabra como de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por mediación de Él5. Y se lee en la primera Epístola a los Corintios: ya comáis, ya bebáis, hacedlo todo para la gloria de Dios6. Estamos, pues, todos nosotros obligados a trabajar: porque el trabajo es un mandato de Dios, y a Dios hay que obedecerle con alegría: servite Domino in laetitia7.

Notas
5

Col 3,17.

6

1 Co 10,31.

7

Sal 100[99],2.

Referencias a la Sagrada Escritura
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