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Hay que rechazar el prejuicio de que los fieles corrientes no pueden hacer más que limitarse a ayudar al clero, en apostolados eclesiásticos. El apostolado de los seglares no tiene por qué ser siempre una simple participación del apostolado jerárquico: a ellos, especialmente a los hijos de Dios en su Obra, porque tienen una llamada divina, como miembros del pueblo de Dios, les compete el deber de hacer apostolado. Y esto no porque reciban una misión canónica, sino porque son parte de la Iglesia; esa misión −repito− la realizan a través de su profesión, de su oficio, de su familia, de sus colegas, de sus amigos.

Sin embargo, la mayoría de la gente no acierta a ver la eficacia apostólica de la actuación de los seglares como fieles corrientes, cuando se dedican simplemente a su trabajo ordinario y dan así ejemplo con su vida, sirviéndose de todas las circunstancias para dar doctrina. Los que así piensan se quedan cortos en su visión, y aún añado que se quedan más cortos en nuestro caso: porque llegaremos a toda esa eficacia que ellos apenas entrevén, a través de nuestra entrega completa, por nuestra correspondencia a la llamada divina que hemos recibido del Señor: ecce ego quia vocasti me44.

Notas
44

1 R 3,6.

Referencias a la Sagrada Escritura
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