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Y tantos obstáculos humanos superados; tantas incomprensiones vencidas; tantos ambientes conquistados: un trabajo cada vez más amplio y diverso, cada vez más eficaz… Todo eso, hijos míos, puede a veces ser ocasión de una injustificada −pero posible− satisfacción de nosotros mismos. Debemos estar atentos, para que esto no suceda; debemos tener una conciencia muy fina, y reaccionar enseguida.

No podemos admitir ni por un instante ningún pensamiento de soberbia, por cualquier servicio nuestro a Dios: porque, en ese mismo momento, dejaríamos de ser sobrenaturalmente eficaces. No quiere Dios siervos suyos engreídos, que se complacen en sí mismos; los quiere, al contrario, convencidos de su propia indignidad, y llenos de un santo empeño en no estorbar la obra de la gracia: servite Domino in timore, et exsultate ei cum tremore; aprehendite disciplinam, nequando irascatur Dominus, et pereatis de via iusta122; servid al Señor con temor −un temor que es amor de hijo, que no quiere disgustar a su Padre− y regocijaos en Él con temblor −con conmoción de amor, traduzco yo−: no sea que alguna vez el Señor se enoje, y perezcáis fuera del camino justo, y perdáis el camino.

Mirad cómo comenta San Agustín esas palabras de la Escritura: No dice: y no vengáis al camino de la justicia, sino: no perezcáis desviándoos del camino de la justicia. ¿Qué pretende con esto, sino avisar −a los que van por la senda de la justicia− que sirvan a Dios con temor, esto es, sin enorgullecerse? Es como si les dijera: no os ensoberbezcáis, sino sed humildes. En otro lugar dice también: no seáis altivos, sino allanaos a los humildes (Rom. XII, 16). Alborócense, pues, en el Señor, pero con temblor; sin gloriarse de nada, porque nada es de nuestra cosecha; y el que se gloría, gloríese en el Señor (II Cor. X, 17-18). No se extravíen del camino justo por donde comenzaron a avanzar, atribuyéndose a sí mismos la gracia de caminar por él123.

Notas
122

Sal 2,11-12.

123

S. Agustín de Hipona, De correptione et gratia liber unus, c. 9, 24 (CSEL 92, pp. 247-248).

Referencias a la Sagrada Escritura
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