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Laicismo y clericalismo

En estos tiempos de laicismo, resaltan dos tipos de personas: los que atacan a la Iglesia desde fuera y los que la atacan desde dentro, sirviéndose de la misma Iglesia. Los unos −los que atacan desde fuera−, son laicistas, dicen; los que atacan desde dentro, no sé cómo llamarlos: vamos a llamarlos pietistas. El espíritu de la Obra es no servirnos de la Iglesia: servir a la Iglesia.

Y para esto no involucrar la Iglesia con las cosas terrenas; por ser hijos de la Iglesia, y haber recibido la llamada específica de Dios, llevamos a Dios todas las cosas de la tierra, pero a nuestras obras no las llamamos católicas: ya lo ve todo el mundo que lo son.

No ponemos nombres de santos a nuestras tareas de apostolado, porque no es necesario ni conveniente. Si lo fuera, ya lo hacen otros: a nosotros, que nos dejen servir a la Iglesia Santa con nuestro propio riesgo personal, sin comprometerla. Lo contrario −servirse de la Iglesia, para ampararse en Ella en la vida profesional, social, política− me parece un falso amor a la Esposa de Jesucristo: y, humanamente, un modo de obrar poco limpio, feo.

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