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Esa unión que vivimos con el Romano Pontífice, hace y hará que nos sintamos unidísimos en cada diócesis al Ordinario del lugar. Suelo decir, y es cierto, que tiramos y tiraremos siempre del carro en la misma dirección que el Obispo. Si alguna vez, un Rvmo. Ordinario no lo entendiese así, y pretendiese ver incompatibilidades que no pueden existir, a mí me daría mucha pena; pero, mientras no tocase lo esencial, cedería: y deberíais ceder también vosotros, sin dificultad. Porque sólo nos mueve a nuestra entrega el deseo de dar a Dios toda la gloria, sirviendo a la Iglesia y a todas las almas, sin buscar gloria para la Obra y sin buscar nuestro provecho personal.

Previendo estas posibles dificultades, aunque me parecen inverosímiles, para obtener del Señor desde el principio de la Obra esta unión interna y externa con el Ordinario del lugar, y con todas las almas que trabajan en cualquier clase de tarea apostólica, vosotros sabéis que rezamos cada día pro unitate apostolatus. Una unidad que sólo da el Papa, para toda la Iglesia; y el Obispo, en comunión con la Santa Sede, para la diócesis.

Referencias a la Sagrada Escritura
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