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Sed fieles, ayudadme a ser fiel y a saber esperar: sin prisa, porque −a su tiempo− el Señor, que ha querido su Obra, hará cristalizar el modo jurídico, que de momento no se ve, para que la Iglesia Santa reconozca nuestra manera divina de servirla, en el mundo −en medio de la calle− con agua clara y aire libre, sin privilegios, conservando la esencia de nuestra vocación: sin ser religiosos, puesto que el Señor no nos quiere religiosos.

Rezad, rezad mucho: no olvidéis que la oración es omnipotente. Recordad que Jesús ha dicho: quodcumque petieritis Patrem in nomine meo, hoc faciam130; que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré. Y que qui coepit in vobis opus bonum, perficiet…131; quien ha empezado en vosotros la buena obra, la llevará a cabo. Os he expuesto razones bien sobrenaturales, que me mueven a rezar con fe y a esperar, en vez de buscar ahora una aprobación oficial eclesiástica, que tendría el seguro peligro de empezar a desvirtuar nuestra vocación divina, confundiéndola con la vocación de los religiosos. Y esto, no: porque mi Señor Jesús me pedirá cuenta, y −es también seguro− vosotros desertaríais en masa, y haríais bien, no tolerando que fueran violentadas vuestras conciencias de hijos de Dios en la Obra de Dios.

Tened la completa seguridad, por tanto, de que la Obra cumplirá siempre con eficacia divina su misión; responderá siempre al fin para el cual la ha querido el Señor en la tierra; será con la gracia divina −por todos los siglos− un instrumento maravilloso para la gloria de Dios: sit gloria Domini in saeculum!132.

Os bendice de todo corazón vuestro Padre.

Madrid, 9 de enero de 1932

Notas
130

Jn 14,13.

131

Flp 1,6.

132

Sal 104[103],31.

Referencias a la Sagrada Escritura
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