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Somos de Dios, en el mundo. Libertad de acción, personalmente responsable

Pero volvamos a la Obra y a vosotros, hijos míos. Ya sabéis que, como a Nuestro Señor, a mí también me gusta emplear parábolas, acudiendo sobre todo a esas imágenes de la pesca −barcas y redes−, que tienen un sabor tan evangélico. Nosotros somos como peces cogidos en una red. Nos ha pescado el Señor con la red de su amor, entre las olas de este mundo nuestro revuelto; pero no para sacarnos del mundo −de nuestro ambiente, de nuestro trabajo ordinario−, sino para que, siendo del mundo, seamos a la vez totalmente suyos. Non rogo ut tollas eos de mundo, sed ut serves eos a malo72; no te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal.

Además, esta red, que nos une a Cristo y nos mantiene unidos entre nosotros mismos, es una red amplísima, que nos deja libres, con responsabilidad personal. Porque la red es nuestro común denominador −pequeñísimo− de cristianos que quieren servir a Dios en su Obra; es la formación católica, que nos lleva a acatar con la máxima fidelidad el Magisterio de la Iglesia.

Porque somos libres como peces en el agua, y porque estamos cogidos en la red de Cristo, no confundimos a la Iglesia con los errores personales de ningún hombre, y no toleramos que ninguno confunda nuestros propios errores personales con la Iglesia. No hay derecho a involucrar a la Iglesia con la política, con la actuación política más o menos acertada, y siempre opinable de cada uno: eso es muy cómodo y muy injusto. Tampoco hay derecho a involucrar a la Obra con los errores o aciertos de cada uno de vosotros.

Notas
72

Jn 17,15.

Referencias a la Sagrada Escritura
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