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Hemos de procurar que entiendan todas las gentes que no hay que dividir a los hombres en dos categorías: los que trabajan, y los que piensan que se rebajan trabajando. Porque hoy está claro que el trabajo es un servicio que estamos obligados a prestar todos los cristianos, por amor, a Dios y, por Él, a la humanidad entera.

A los que no quieren comprender, me atrevo a decirles: qui parce seminat, parce et metet: et qui seminat in benedictionibus, de benedictionibus et metet10; quien siembra escasamente, escasamente recogerá: y quien siembre a manos llenas, a manos llenas recogerá. Con esto os acabo de decir, con palabras del Apóstol, que no basta trabajar mucho, sino que hay que trabajar con visión sobrenatural: porque, si no, no recibiremos bendiciones del cielo.

Hijas e hijos míos, os quiero contar una pena, una pena grande: no me entienden. Llevo ya cuatro años diciendo lo mismo: y no entienden. Están como impermeabilizados. Parece que no les cabe, ni en la cabeza ni el corazón, tanto heroísmo cristiano sin espectáculo. Pero nuestra generosidad, aunque sea completa, es bien poca comparada con esa generosidad infinita y amorosa del Dios-Hombre, que se entrega al sacrificio por nuestra salvación, dando hasta la última gota de su sangre, hasta el último aliento de su vida. Por eso hemos de procurar también entregarnos sin cicaterías, pendientes del amor de Dios, aunque no falten las dificultades.

Notas
10

2 Co 9,6.

Referencias a la Sagrada Escritura
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